No es un museo, ni una tienda, pero uno no se lo puede perder. Es tan solo un local sin nombre, un antiguo almacén, en el que Bernabé Martínez ha creado el paraíso de la máquina de coser, donde ordenadas en estanterías y mesas se acumulan unas 250 máquinas con las que nuestras madres y abuelas cosían. Solo hay que acudir al número 44 de la calle Premià, en Sants, y allí está Bernabé con su gran colección.
Salvo los días en que da clases de género de punto, siempre está en el local. Los curiosos, si lo desean, pueden acceder si se lo piden, y Bernabé nunca niega la entrada porque le apasiona la que ha sido su vida. Y aprovecha para explicar su historia.
Cuenta que llegó muy joven a Barcelona desde un pueblo de Guadalajara. Un día, entró en una tienda de máquinas de coser. Buscaba trabajo y no tenía ni idea de aquello. Pero se puso a ello. Una cosa llevó a la otra y acabó siendo distribuidor de la entonces prestigiosa marca japonesa Brother. Su empresa fue muy próspera, hasta que la crisis de finales de los 80 le obligó a cerrar.
En el local de la calle Premià se pueden encontrar unas 250 máquinas de coser
Se hinchó de vender máquinas de coser por toda Catalunya, a la vez que inició su colección. Se ha dedicado durante años a comprar y a intercambiar. Todas las de su colección funcionan, porque nunca han dejado de hacerlo o porque Bernabé las ha reparado. La más antigua es una modelo Aurora fabricada en Barcelona en 1860, pero su preferida es la que perteneció a su madre.
Uno puede recorrer la historia de las máquinas de coser a través de los distintos modelos de marcas históricas como Wertheim, Singer, Alfa y la citada Brother, entre otras muchas que dejan muy pocos centímetros cuadrados libres en el local.
De vez en cuando, además de los curiosos, aparece una señora que busca un recambio para su vieja máquina que solo puede tener Bernabé. Además, arregla máquinas de los vecinos del barrio si se lo piden.
No lo duden, vayan a verlo. Vale la pena.
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