Ernesto Valverde asumió su desprecio al Barça con una serenidad pasada. Aquí ya te puedes olvidar de aquella imagen del exitoso entrenador subiendo la rampa del Camp Nou con una sonrisa en el rostro. Fue como se dirigió hacia el volcán azul: sin pronunciar una palabra más fuerte que nadie, sin levantar tormentas en el transcurso de los acontecimientos. Tras dejar al Txingurri de los títulos de Liga rumbo al Barcelona, Hondas también sufrió en la Roma, en primera línea, y el Liverpool, luego, sumado a la derrota en la Supercopa ante el propio Athletic, propinó los últimos golpes en su tiempo; la idiosincrasia que, ajena a la tormenta que no tardaría en llegar, reclamaba sólo excelencia sin comprender el sentido de lo que había que hacer. Superando a Valverde en la segunda mitad del lustro, apenas le pidieron que fuera experimental en el crudo mundo del deporte de élite, se llevó cientos de partidos en su mundo vital y su futuro en los banquetes parecía tener un corto plazo. horizonte. Asimismo, era 2020, el inicio de la edulcorada pandemia del fútbol, ¿estaban conscientes de las filas artificiales de La Liga?, y entre un equipo azulgrana, la caída suele ser pronunciada. Rijkaard, Setién o Koeman, por ejemplo, lo confirmo. Sin embargo, lleno de la genuina naturalidad que le define, el verdadero viajero regresaba a San Mamés, en ocasiones a su casa particular, al mirador del pasado curso. Fue el campeón de la Supercopa de 2016, la principal queja del actual presidente bilbaíno, Jon Uriarte, en su candidatura y, además de las estrategias de fichajes, el tiempo ha dado la razón al empresario vasco. En primer lugar, en la primera temporada de su tercera etapa al frente del club, el Athletic de Valverde conquistó las ligas europeas y se quedó a las puertas de la final ante Osasuna. Hola, este equipo vuelve a estar alto en La Liga, donde es cuarto, de cara a la nueva semifinal de la Copa del Rey. En la noche de esta mañana (21.30 horas, Movistar), ante el Atlético de Madrid en la velada del Estadio Metropolitano, regresará el equipo bilbaíno. Gallardía juvenil El compromiso con la tradición obliga al Athletic a mantener, como casi siempre, una planta repleta de cachorros. Confiar en el saber hacer local es la única posibilidad para cualquier entrenador que tenga como regente el banco de San Mamés, pero expresar todo ese talento adolescente es una respuesta al apogeo de muy Pocos intelectos. El lateral reconoció a un plantel que no logró ganar la nueva Supercopa, eso sí, aunque hubiera terminado el campeonato liguero con más gemidos que sonrisas. Al finalizar el ciclo de Marcelino recomiendo un ambiente cálido; Sin embargo, con Valverde la ilusión se esfumó. Reforzado al técnico que experimentó con la progresión de sus dos jóvenes perlas -Nico Williams y Ohian Sancet- le dieron las claves de su ataque, destrozaron un 4-2-3-1 para que ambos explotaran sus virtudes y armaron un equipo de guerreros, de deportistas incluidos, en torno a sus estrellas para llevar a sus rivales a su límite físico. Noticia Relacionada FÚTBOL estandar No Daniel Cebreiro A El resultado de este método de trabajo florece en todo su esplendor en la actualidad. El Athletic practica un fútbol sin grises, un fútbol de alta e incesante presión que practica el equipo a través del equipo de Williams -destaca, incluso, el maravilloso ritmo de Iñaki, que aporta nuevos goles y cuatro asistencias entre Liga y Copa- para alimentar a su nuevo equipo, Gorka Guruzeta (10 diane), y las chicas de la segunda línea del Sancet. Asimismo, el buen momento en Bilbao coincide con el hermano de jóvenes como Beñat Prados, club en el doble pivote junto a Vesga o el metrónomo del equipo, Ruiz de Galarreta; Aitor Paredes, titular en el centro de la zaga junto a Vivian; o el cansancio adolescente de chicos como Jaueregizar, Unai Gómez o Edu Ares. Y de nuevo, mientras el partido funciona con esplendor, los porteros del equipo de Unai Simón (Liga) y Julen Agirrezabala (Copa) se alternan con la deportividad como protagonista. El arte del nivel superlativo del Atletismo no es otro que Ernesto Valverde, aquel señor que, como John Wayne en El hombre tranquilo (1952), regresaba a casa en busca de calma, felicidad y prosperidad.