La noticia es que Red Bull, por vez primera, sufre de verdad. Podría ser el enésimo teatrillo con el que en anteriores grandes premios disimularon para luego, a la hora de la verdad, exhibir todo su potencial. Pero no lo parece. Este viernes en Singapur, la escudería austriaca enseñó demasiadas costuras. Y Ferrari, que durante los días anteriores se confesaba poco optimista, dominó las dos sesiones de entrenamientos libres.
Carlos Sainz, en el mejor momento de forma de la temporada, fue el más rápido del día. Encabezó la tabla de Libres 2 por delante de su compañero Leclerc, justo al revés de lo que había sucedido en la sesión inicial. Los bólidos rojos, beneficiados por la supresión de cuatro curvas, han sabido adaptarse mejor que nadie al modificado circuito urbano de Marina Bay.
Los dos pilotos ferraristas son los favoritos a disputarse la pole este sábado, pero no caben despistes porque la igualdad es cada día mayor en la parrilla. Por detrás de ellos, los Mercedes y Fernando Alonso acechan.
El asturiano exprimió como nadie su Aston Martin acariciando los muros del trazado de Singapur. A una vuelta, al coche verde le falta motor y alguna cosa más para competir de tú a tú con los fuertes, pero en ritmo de carrera y conservación de neumáticos no hay nadie que haya exhibido una ventaja destacable sobre los demás. Ni siquiera Max Verstappen.
El indiscutible líder del Mundial, prácticamente campeón, lo pasó mal. Nunca se sintió cómodo en su máquina prodigiosa y no sólo firmó un desconocido y lejano octavo mejor tiempo, sino que fue incluso más lento que su compañero, Sergio Pérez (7º). Y tampoco hay que perder de vista a McLaren. Ha revolucionado su emergente coche papaya con mil novedades y Norris terminó el día por delante de los Red Bull.
Con todo, no se fíen. Ni de las debilidades de unos ni de lo bueno de los otros. La única verdad será lo que ocurra durante la húmeda y bochornosa noche de Singapur en el exigente trazado que recorre las calles de la capital asiática.