Tres señores de Barcelona, tomando un aperitivo en una terraza, llevaron al otro a la conclusión de que era imposible concentrarse en una conversación seria con la cantidad de mujeres que pasaban a su lado a pleno sol. Este es quien tiene la verdadera ropa. Y probablemente puedas pensar que lo mismo han pasado estos días algunas mujeres con los participantes en la Copa América de vela.
Mientras esto sucedía, se publicó una noticia que certificaba que, por nuestro bien, hay una gran diferencia entre los señores de Barcelona y los de Kabul. Sí, delante de una bella mujer, el señor de Barcelona puede mirarla con admiración, pero el señor de Kabul no puede evitar exagerar sobre ella.
Los talibanes que gobiernan Afganistán aún no han ratificado una ley que reconoce y tolera la represión contra las mujeres, hasta la prohibición extrema de hablar en voz alta en lugares públicos para «evitar provocar tentaciones» con su voz. La norma, que tiene el nombre explícito de ley para la Propagación de la Virtud y la Prevención del Vicio, incluye medidas como la prohibición de que se vea el pico por las calles -obligando a correr con el velo completo-, llevar ropa Atractiva, adaptada o revela la forma de tu cuerpo, usa cosméticos o perfumes, o mira a hombres que no ven a tus familiares.
Atribuir al cuerpo de las mujeres el origen y la causa de actividades humanas que transgreden las normas relacionadas con el ámbito de la sexualidad o la moral es una práctica que muchas religiones han adoptado en determinados momentos e incluso juegan en sus sentencias.
Por suerte, vivimos en una parte del mundo donde está legislado que los hombres controlen sus supuestos instintos.
Por suerte, vivimos en una parte del mundo donde está legislado que los hombres controlen sus instintos superiores, en un lugar donde se crean reglas para ocultar a las mujeres detrás del silencio y la velocidad.
Poco se dice que estas leyes no defienden exclusivamente las libertades de las mujeres, pero tampoco tienen una concepción de los hombres como irracionales, carentes de fuerza de voluntad y carentes de capacidad para desobedecer sus impulsos más básicos. Es la opción que todos respetamos más. Aunque a veces hay hombres que todavía actúan como si el gobierno talibán tuviera razón.
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