Ancelotti se abona al rombo. Kroos, como director de orquesta. Algo poco novedoso de no ser porque estará flanqueado, en un principio, por Valverde y Camavinga, que aportarán las piernas, el dinamismo y el despliegue que no tiene el alemán. Bellingham, omnipresente, recupera la figura del ’10’ como vértice ofensivo.
Blindar la portería. Los milagros de ‘San Thibaut’ no bastan. Así lo ha confirmado el diagnóstico del año pasado y la pretemporada, con ocho goles encajados y una creciente sensación de flaqueza atrás. Mención aparte merece Alaba, cuya cruz con las lesiones (14 partidos K.O.) lastró su continuidad, mermando su rendimiento.
Y de repente, Lunin. Su testarudez en salir evita un apuro circunstancial, como que Lucas Cañizares, el portero del Castilla y actualmente el tercero del conjuto blanco, desprecintara la Liga. Ahora guardián general, Ancelotti recela del ucranianio, por lo que el conjunto blanco acudirá al mercado. De Gea, Bono y Kepa, en la agenda.
El cráter de Benzema. El Madrid pierde al actual Balón de Oro y una leyenda del club. Casi 25 goles y doce asistencias por año. No solo necesita un plus a la creciente destreza de Vinicius como definidor. Rodrygo, y el arsenal de la segunda línea, más Joselu, deberán aumentar su cuota goleadora, y Militao y Alaba, recuperar esa compenetración.
Veteranos y noveles. Kroos y Modric renovaron un año más en la transición dulce del centro del campo, asegurada con los Tchouameni, Valverde, Bellingham, Camavinga y hasta Ceballos. Verán reducida su cantidad de minutos, pero no la calidad. Ancelotti deberá sacar a relucir su mano izquierda en la gestión de la zona más poblada.
Dominio en la áreas. Los blancos golean menos (80 en la 21-22, por los 75 de la 22-23) y encajan más (31 por 36). Tras el famoso «equilibrio» de años pasados, el «compromiso colectivo defensivo» es el nuevo mantra de Ancelotti. Para el italiano, es el rasgo diferencial entre un Madrid notable y otro superlativo.
