Enrique Tarrio, exlíder del grupo neonazi Proud Boys, pidió clemencia. “Tengo 39 años, deme otra oportunidad”, le suplicó al juez Timothy Kelly. “Siento lo que pasó y pido disculpas a los policías”, insistió.
Pese a rebajar la petición de 33 años que pidió la fiscalía (“una pena demasiado larga”, dijo), el juez le impuso 22 años de cárcel por liderar el plan fallido del 6 de enero del 2021 de impedir la transición pacífica de la presidencia en EE.UU. y quitarle a Joe Biden el derecho a acceder a la Casa Blanca.
Tarrio, jefe de los neonazis, no estuvo el 6 de enero del 2021 en Washington, pero se le considera el cerebro
Es la pena más dura de las dictadas por ese intento de ese golpe de estado. El juez Kelly, nombrado por el expresidente, señaló que no observaba remordimientos en el reo, que tras el asalto a la ciudadela de la democracia siguió alardeando de la fechoría y justificándola con la gran mentira de la victoria de Trump. Tarrio no estuvo allí aquel día, pero sí conspiró para que otros hicieran el trabajo. No asistió porque fue arrestado días antes por quemar una enseña del movimiento Black Lives Matter junto a una iglesia de Washington y llevar un rifle de alta capacidad, lo que propició que un juez le obligara a abandonar la capital federal.
A su castigo le sigue la pena de 18 años impuesta en mayo a Stewart Rhodes, jefe de la milicia fascista Oath Keepers, Tarrio es el quinto Proud Boys que recibe una dura sentencia. El viernes le impusieron 18 años a Ethan Nordean y 10 a Dominic Pezzola, el único de los cinco que no condenaron por sedición. Previamente, Joe Biggs, el lugarteniente de Tarrio, recibió una pena de 17 años, mientras que a Zachary Rehl, exjefe de la banda en Filadelfia, le correspondieron 15 años.